Desde que hice
el año pasado un curso sobre web 2.0 he venido dando nuevos pasos en el proceso
de reflexión sobre el uso de las TICs en el trabajo diario. Incluso en la vida
diaria. Los alumnos se relacionan a través de la red de manera natural y esa
relación se nos escapa. Se conocen, comparten sentimientos, emociones, discuten
e incluso llegan a dónde no debieran. Desde luego ellos, de manera espontánea,
tienen una identidad digital antre su propio mundo, que quizás les pese de
manera negativa en el futuro o no, porque cuando uno es joven siempre tiene el
perdón o la disculpa. Nosotros, con algo más de cuidado, también la tenemos y
nos damos cuenta de su repercusión ante sucesos que nos acontecen de manera
inesperada. A veces corregimos, a veces
no somos capaces, porque se nos escapa de las manos. Pero lo cierto es que no estamos en edad de
dar pasos en falso porque corremos el riesgo de caer en el vacio. Así es que no
nos queda más remedio que asumir el hecho de que tenemos que formarnos y vivir
de experiencias de los demás, sobre todo cuando, queramos o no, estamos
conectados en vertical y en horizontal con la sociedad que nos rodea.
No es momento
aún de hacer balance sobre este curso, pero desde luego ahora me está ayudando
a reflexionar sobre mi vida “conectada” y sobre la imagen, que de forma no
planificada, debo de tener, en especial con alumnos y antiguos alumnos con los
que comparto presencia en la red.
Quizás no
estamos tan lejos de otros debates históricos sobre el progreso científico y
tecnológico. Ante ello, creo que la posición ha de ser de equilibrio.